Cómo saber si en tu clínica te realizan una dieta adecuada

1.- Hay una premisa clara: el buen nutricionista persigue que sus pacientes nunca tengan que volver. Parece una paradoja, pero es así. Busca un sitio en que te enseñen buenas pautas de alimentación y no tan sólo una dieta plasmada en un papel.

2.- Huye de las dietas estrictas y que te prohíban muchos alimentos: a la larga no lo podrás cumplir, o –lo que es peor- estarás condenada a un terrible efecto yo-yo.

3.- ¿Pastillas? Ten mucho cuidado. Una buena dieta debe ser suficiente para lograr perder peso. Si necesitas una ayuda “extra”, siempre bajo supervisión médica.

4.- Sigue la dieta X: y donde pone X debería ir tu nombre y dos apellidos. Las dietas deben ser personalizadas, se deben adaptar a tu estilo de vida y a tus características personales. Si no te preguntan por tu día a día, empieza a desconfiar.

5.- ¿De dónde sale el peso que pierdes? Cuidado: no es lo mismo perder grasa que masa muscular. El ritmo adecuado de pérdida de peso se sitúa entre 0,5 y 1 kilo a la semana.

6.- No pases hambre. La ansiedad es un elemento clave en las dietas. Si pasas hambre, el estrés favorecerá la sobreingesta y el descontrol en tu alimentación.

7.- No sólo deberás hacer dieta. En la clínica también te tendrán que adaptar un programa de ejercicio físico adaptado a tus circunstancias. No lo olvides: la forma más sana de perder peso siempre va unida al deporte.

8.- ¿Te regañan? Si vas con miedo a la báscula y a la terrible “bronca” de tu nutricionista, no estás en el sitio adecuado. El tratamiento siempre tiene que ser motivador y deben prestarte además cierto apoyo psicológico.

Estos son los principios de la Dieta por intercambios, un programa creado por diferentes profesionales de la salud y que promueve que se puede adelgazar incluso en épocas de excesos. Según nos afirma una de sus propulsoras, la doctora Ane Cos, responsable de la Unidad de Obesidad del Servicio de Endocrinología y Nutrición del Hospital Universitario La Paz, de Madrid, “el método se basa en la premisa de que una dieta no tiene que basarse en sacrificios ni prohibiciones, ya que las dietas difíciles de cumplir o que hacen pasar hambre no son eficaces porque favorecen el descontrol de los impulsos y la sobreingesta”